Reinos culturales del crimen organizado
Reinos culturales del crimen organizado
Por Fernando Buen Abad DomĂnguez
El neoliberalismo y el posmodernismo convirtieron al negocio de las adicciones en una Cultura. Esta âNarco-Culturaâ es un problema enorme que nos señala dĂłnde estĂĄ el poder y dĂłnde estĂĄ el dinero para satisfacer la voracidad del capitalismo. Un escenario devastador que sĂłlo podrĂĄ ser revertido con una contraofensiva econĂłmica y polĂtica que sustente a una contraofensiva cultural emancipadora.
Cultura organizada para hacernos adictos a lo macabro
Como si fuese parte del paisaje aceptamos la existencia y la presencia (incluso en nuestras casas) de Narco-telenovelas, Narco-canciones, Narco-noticieros, Narco-bancos, Narco-pelĂculas y Narco-arquitecturas⊠en las que se condensan, con formas cada vez mĂĄs sofisticadas, todas las perversiones del âCrimen Organizadoâ. Una de ellas es la forma de hacerse invisible poniĂ©ndose a la vista de todos. Las paradojas de la âNarco-Culturaâ rayan en la aberraciĂłn, impĂșdica e impunemente, porque ha ganado terrenos insospechados y porque algunos gobiernos se lo han permitido complacientemente. La âNarco-Culturaâ se ha convertido, en no pocos lugares, en Narco-Estado. Y moviliza fortunas inmensas. Nadie piense que estĂĄ a salvo (ni paĂses ni personas), el âCrimen Organizadoâ harĂĄ visible todo el horror del capitalismo y lo harĂĄ pasar por âbonitoâ, incluso, asĂ sea a balazos y a cañonazos de billetes dĂłlar.
Uno acepta por âculturaâ aquello que fija paradigmas. Que se estancia, se añeja y se naturaliza. Que, para bien o para mal, se hace familiar, cotidiano y parte de nuestras vidas. Nos guste o no. Uno acepta como âculturalâ eso que, inserto en la dialĂ©ctica de lo que hacemos (y de lo que no hacemos), constituye rasgos de identidad para las ideas, para las conductas, para los anhelos y para los estados del ĂĄnimo. Individual y colectivamente. Eso ha ocurrido con la âNarco-Culturaâ. Una âculturaâ de la destrucciĂłn.
Tal ânaturalizaciĂłnâ ha venido deslizĂĄndose, cada vez mĂĄs hĂĄbilmente, en toda la estructura social y, con mĂĄs o menos Ă©xito y mĂĄs o menos presencia en medios de informaciĂłn, dibuja hoy un panorama complejo que, teniendo su historia vieja, se actualiza vertiginosamente con una base comercial muy dinĂĄmica, con una capacidad de penetraciĂłn econĂłmica voraz y con un saldo macabro de dimensiones realmente monstruosas.
En su expresiĂłn actual mĂĄs acabada, la âNarco-Culturaâ es una industria tributaria del âCrimen Organizadoâ (trĂĄfico de drogas, trĂĄfico de armas, trĂĄfico de personas y trĂĄfico de Ăłrganos) asociada con otras âindustriasâ (como las del espectĂĄculo), que gana âpopularidadâ y Ă©xito mercantil gracias a que tambiĂ©n trafica con antivalores burgueses de todo gĂ©nero: el individualismo machista, el poder fĂĄcil del dinero y la violencia, el sex-appeal del derroche y la opulencia del cinismo burguĂ©s... que hacen un cĂłctel de ilusionismo ideolĂłgico muy tĂłxico que hoy se expande en las redes de comunicaciĂłn televisiva, radiofĂłnica, digital y ciberespacial como jamĂĄs imaginaron los criminales de otras especialidades.
Ahora no pocos ânarcosâ sueñan con ser protagonistas de hazañas Ă©picas pensadas para espectĂĄculo. Para eso cuentan con miles de mercenarios de la farĂĄndula dispuestos a convertir la moneda criminal de uso en leyenda que circule en tribunales, cĂĄrceles, guetos y pĂĄginas periodĂsticas sin distinciĂłn. Se trata de la degradaciĂłn salvaje del valor de la vida envuelta con dispendio y exhibicionismo. No es infrecuente que los narcos contraten a letristas capaces de idear historias y epopeyas enteras, telenovelas o libros de âreportajesâ en su honor. Lo que otorga la jerarquĂa de âNarco-Culturaâ al descalabro financiado por el âCrimen Organizadoâ es su potencialidad para ser imitados (alertas) no por la valentĂa sino por la facilidad con que se pone a la mano de cualquiera un revĂłlver y un buen fajo de dĂłlares como sinĂłnimo de âĂ©xitoâ.
Promueven la ilusiĂłn de que âlos pobresâ tienen derecho a la âbuena vidaâ lograda gracias a las oportunidades delincuenciales del sistema. âLos pobresâ que bajo el capitalismo tienen cancelada toda posibilidad de vida con calidad, pueden alcanzar los placeres de cualquier burguĂ©s acaudalado y admirado por sus pares, pistola en mano. La impunidad es el cobijo caro, carĂsimo, de todos los atropellos y perversiones delincuenciales y la âNarco-Culturaâ los convierte en prestigio y honores de secta. Nada menos. Caro Quintero, JoaquĂn GuzmĂĄn Loera el âChapoâ, Amado Carrillo Fuentes âel Señor de los Cielosâ, Pablo Escobar Gaviria⊠y los que les siguen.
Con el neoliberalismo y el posmodernismo como telĂłn de fondo, la âNarco-Culturaâ ha convertido a la historia reciente de LatinoamĂ©rica y el Caribe en un gran circo delincuencial con muchas pistas.
FarĂĄndula del terror suministrada a diario como si fuese un objeto nuevo de la diversiĂłn cotidiana y un entretenimiento familiar. Se despliega ante nuestros ojos una manera âespectacularâ de tratar los hechos mĂĄs aberrantes de la vida econĂłmica, de la polĂtica y de la violencia desalmada. Tal âentretenimientoâ incluye el repertorio mĂĄs procaz de la corrupciĂłn familiar, militar, gubernamental, empresarial y polĂtica tocadas por la mano del reino ânarcoâ; incluye a la DEA y sus siempre sospechosas incursiones en todo el continente; incluye los devaneos cocteleros de las relaciones y la justicia internacionales, e incluye el inventario de todo lo macabro tratado con los estereotipos mĂĄs sobados por el star system.
Esta âNarco-Culturaâ utiliza a los pueblos en una especie de âjuego de espejosâ donde no se sabe quĂ© crĂmenes son peores y no se sabe dĂłnde comienza, ni dĂłnde terminarĂĄ, la tragedia aberrante y sangrienta que ha instalado formas del poder mafioso. Complementa este menĂș cultural una dosis de erotismo y porciones generosas de sĂmbolos religiosos, culto al familiarismo y fetiches del poder a granel. Las megamansiones coronan el festĂn simbĂłlico del culto al macho âmillonarioâ infestado con sirvientes arrodillados que no excluyen a esposas y amantes.
Es tonto contentarse con exhibir el catĂĄlogo completo de la metĂĄstasis hecha por la âNarco-Culturaâ y suponer que la sola denuncia garantiza el ascenso de la conciencia y la acciĂłn organizada de los pueblos.
Pero no deja de ser urgente contar con herramientas semiĂłticas actualizadas capaces de radiografiar milimĂ©tricamente el daño al tiempo de ofrecer mĂ©todos de lucha concretos y efectivos. Repudiemos el efecto de acostumbrarnos a ver, con la naturalidad mĂĄs conveniente, el reino del crimen organizado como parte del paisaje y como parte de un nuevo catĂĄlogo de hĂ©roes, heroĂnas y leyendas burgueses.
Uno podrĂa creer que basta y sobra con listar algunos ingredientes de la âNarco-Culturaâ para ponerse a salvo o para contribuir a denunciar el peligro del acostumbramiento y de la imitaciĂłn, que ni son lineales ni son imposibles. SĂłlo que, en este fenĂłmeno, los dispositivos semĂĄnticos mĂĄs peligrosos exigen instrumentales especializados para desactivar su capacidad de daño social y es verdad, terrible tambiĂ©n, que no contamos con laboratorios de trabajo suficiente ni con equipos de expertos ni herramientas de difusiĂłn que hagan contrapeso a la âNarco-Culturaâ que se despliega en nuestras narices. Dicho sin ironĂa.
La âNarco-Culturaâ es un problema enorme, problema desarrollado y sembrado por el sistema que lo diseña, lo escribe, lo financia, lo distribuye y hace de Ă©l una ofensiva ideolĂłgica y un gran negocio que se paga, por colmo, con lo que los pueblos gastan cuando consumen la chatarra que nos publicitan vestida de alegrĂa, fiesta, identidad, popularidad hasta el hartazgo. El problema es la âbaterĂaâ completa de dispositivos ideolĂłgicos instalados estratĂ©gicamente para que estallen en las cabezas de los destinatarios, que actĂșen como âplaceresâ y nos vuelvan adictos a un modo del relato dominante diseñado para que nos traguemos todos los antivalores burgueses inventados hasta hoy como âespectĂĄculoâ.
La âNarco-Culturaâ debe ser sometida al mĂĄs amplio espectro de sospechas e interrogatorios semiĂłticos que podamos enderezar. Se trata de desactivar los campos minados mentales que se han sembrado como âgustoâ, como âvaloresâ, como âmiedosâ o como âadoracionesâ⊠entre otros muchos, para conjurar el peligro de esta y todas las ofensivas ideolĂłgicas burguesas juntas. El paquete semĂĄntico inoculado no es responsabilidad del destinatario sino de quien lo elabora. La responsabilidad sobre el contenido ideolĂłgico de esta ofensiva debe ser evaluada, y en su caso sancionada, con las leyes no sĂłlo vigentes en cada paĂs donde opera sino con las leyes, reglamentos y cĂłdigos propios de una nueva estrategia de defensa de los derechos humanos y sociales en todo el planeta.
Es hora de desarrollar, instrumentar y multiplicar tesis e hipĂłtesis crĂticas y cientĂficas en torno al arsenal de la guerra ideolĂłgica burguesa. Crear los centros de investigaciĂłn y acciĂłn necesarios al servicio del pensamiento crĂtico y la acciĂłn transformadora en materia de comunicaciĂłn y de semiĂłtica emancipadora. Es un imperativo de la justicia social no quedar anestesiados por los mil trucos de los expertos en guerras psicolĂłgicas e ideolĂłgicas que anhelan narcotizarnos con su âCulturaâ.
SemiĂłtica de combate
Fabricar adicciones y adictos se vuelve negocio. Hace tiempo que el capitalismo encontrĂł el business de las adicciones fabricadas incluso como Cultura. AsĂ hizo un negocio ingente con el alcoholismo, por ejemplo. Se ayudĂł con âseriesâ de televisiĂłn y publicidad hasta la nĂĄusea convirtiĂ©ndolas en escuelas ideolĂłgicas (falsa conciencia) y chatarra intelectual para las masas. Desde hace mucho que la burguesĂa usa sus âmediosâ para vender impĂșdicamente todo gĂ©nero de aberraciones y para infiltrar valores (o antivalores) convertidos en mercancĂas del morbo, muy rentables y muy premiadas por ellos mismos.
La âNarco-Culturaâ es una de esas industrias âexitosasâ, segĂșn los parĂĄmetros mercantiles de la industria y es una herramienta muy jugosa por la artillerĂa ideolĂłgica masiva que descarga. Su Ă©xito deriva de una muy sofisticada cadena de producciĂłn que hace malabares con los miedos, con los estereotipos y con las monstruosidades del crimen organizado, ahora convertido en puntero del rating.
La âNarco-Culturaâ viene a contarnos, Ăntimamente, lo que en verdad anhela la ideologĂa del capitalismo en su totalidad y nos lo cuenta de la manera en que a la burguesĂa le encanta contar esas âcosasâ que, principalmente, consiste en hacer negocio con los males inoculados en todas las âperiferiasâ sociales: en los âinadaptadosâ; los loosers; los inferiores y los âlatinosâ. âPeriferiasâ que son, a los ojos del âbuen burguĂ©sâ, nido de lacras que afean el paisaje con sus âdisfuncionesâ y con su primitivismo intelectual, sexual, alimentario y laboral. La escoria misma. La lucha de clases en su presentaciĂłn comercial como Cultura de Esclavitudes. Muy rentable.
La âNarco-Culturaâ es el arma de dos filos del capitalismo que, para los fines propagandĂsticos de sus intereses de clase, aparece como quien sufre la maldiciĂłn de tener que vigilar al mundo y combatir a todos esos bĂĄrbaros que arengan el menĂș mĂĄs completo de las amenazas âsocializantesâ. Combatir a todo lo que amenaza al âMundo Libreâ de las empresas y de la propiedad privada. Todo en un escenario cuidadosamente montado y condimentado con dĂłlares a mansalva. GalerĂa con fetiches del simplismo y del maniqueĂsmo.
Era de esperarse que la burguesĂa desarrollara una âNarco-Culturaâ cuya audacia es mostrar (y comerciar con eso), farandulizada, parte de las entrañas y la descomposiciĂłn del capitalismo. ParaĂso de la degradaciĂłn, el envilecimiento, la decadencia y la corrupciĂłn. RadiografĂa de un sistema que expresa sus metĂĄstasis en la vida cotidiana y hace negocios con eso. âNarco-Culturaâ para vivir el momento de gloria que proporciona un buen botĂn (o varios) para consumir al mĂĄximo con todos los excesos en la âsociedad del bienestarâ burguĂ©s y gozar del presente con una doble moral maleable como la religiĂłn y el culto al autoritarismo del machismo tradicional. El mismo que puebla todo el mundo. Tiene un lugar especial la posesiĂłn de las mujeres que en la âNarco-Culturaâ son seducidas con gestos duros y dicciĂłn monocorde, dinero a raudales y adoraciĂłn prostibularia hasta que la maternidad las saque del mercado o las saque el gatillo fĂĄcil de la conquista nueva. En la âNarco-Culturaâ el macho es un semidiĂłs criminal de tipo latifundista o terrateniente que gerencia oportunidades de triunfo a precio de vidas. Los hay diseminados en todo el mundo y no importa cĂłmo se camuflen. Dicen algunos datos que la industria del ânarcoâ mueve casi las mismas sumas planetarias que la industria bĂ©lica.
La âNarco-Culturaâ es un autorretrato cĂnico del capitalismo que sabe producir mĂĄquinas de guerra ideolĂłgica con gran manufactura artĂstica y tecnolĂłgica. Eso no le quita lo perverso. Aunque muestre âdescarnadamenteâ, ante sus cĂĄmaras, los submundos del sistema en decadencia, eso no implica una crĂtica. Con la dosis descomunal de ambigĂŒedades, la âNarco-Culturaâ estĂĄ ahĂ para hacer difĂcil saber si se trata de una apologĂa del delito o de una moraleja masificada para la resignaciĂłn. Impone un âespĂrituâ derrotado para que aceptemos que âla cosa es asĂâ, que âla ley del mĂĄs fuerteâ es la que manda y que sĂłlo se llega a ser mĂĄs fuerte si se es mĂĄs servil, mĂĄs cruel y mĂĄs ambicioso. No disfrutaremos este pastel de carne humana como si fuese un logro estĂ©tico. No importa cuĂĄntas moralejas nos inyecte la âNarco-Culturaâ, no importan los silogismos de la obediencia debida a la âsupervivenciaâ que nos imponen. Se trata de una guerra ideolĂłgica que, directa e indirectamente, nos señala dĂłnde estĂĄ el poder y dĂłnde estĂĄ el dinero para estimular, a balazos, el trĂĄfico de cualquier cosa que satisfaga la voracidad del capitalismo, el mĂĄs demencial comprador y consumidor de drogas, violencia y vidas humanas que la humanidad ha padecido. Y lo pasan por la tele, impunemente.
La âNarco-Culturaâ es ideologĂa de la ostentaciĂłn y del âtodo valeâ para lucirse poderoso. Diseña joyas, armas, atuendos y santuarios con oro, con incrustaciones de esmeraldas u otras piedras costosas.
Chamarras, sacos y pijamas blindados e incluso protecciones para telĂ©fonos celulares con marco de oro e incrustaciones con diamantes, relojes de marca retocados con todo el glamour del mal gusto convertido en exhibicionismo de prepotentes. SanterĂa en platino y joyas para mujeres con un valor incalculable; autos y residencias y la felicidad del despilfarro. El valor supremo es la lealtad burguesa.
Jamås traiciones mis negocios. Eso incluye lealtad a la religión, a la familia y al nacionalismo fanåtico del territorio en disputa. Todo por encima del Estado, la democracia o cualquier noción de institucionalidad que por sà mismas son blanco frågil que sucumbe a la corrupción de moda. Es un producto capitalista que sueña con los mås dogmåticos principios del liberalismo económico o del neoliberalismo a balazos.
No serå fåcil⊠ni råpido
Para derrotar a la metĂĄstasis dinĂĄmica que la âNarco-Culturaâ desarrolla en todo el espectro social, de nada servirĂĄn sĂłlo los discursos ni las reformas de maquillaje. SerĂĄ necesario un plan de raĂz y con miras muy concretas sobre el corto, el mediano y el largo plazo. SerĂĄ necesaria una contraofensiva econĂłmica y polĂtica que sustenten a una contraofensiva cultural emancipadora. SerĂĄ necesario tocar a fondo los negocios y los negociados del âCrimen Organizadoâ. Sin modificar su base econĂłmica serĂĄ irrisorio todo intento de desactivar sus dispositivos ideolĂłgicos. SerĂĄ necesario activar leyes con base social muy profunda y estrategias de regulaciĂłn aplicadas directamente desde las bases. SerĂĄ necesario un contingente de atenciĂłn mĂ©dica multidisciplinario capaz de diseñar un plan de desintoxicaciĂłn fĂsica e intelectual. SerĂĄ necesario un corpus educativo en todos los niveles y un plan de comunicaciĂłn social que se despliegue ambiciosamente a mañana, tarde y noche, con los mensajes pertinentes a una revoluciĂłn emancipadora anti- âCrimen Organizadoâ. SerĂĄn necesarios acuerdos internacionales multilaterales y serĂĄ necesaria una nueva diplomacia de los pueblos capaz de hacer valer los acuerdos y las tareas diarias que den cuenta pronta y medible de los avances en esta guerra que no sĂłlo debe ser por la supervivencia de los seres humanos sino por su dignificaciĂłn definitiva. Y estĂĄ claro que bajo el capitalismo y sus Narco-negociados, eso no serĂĄ fĂĄcil.
Pero no es recomendable esperar a que las âcondiciones objetivasâ estĂ©n dadas para decidir si actuamos contra las metĂĄstasis de la âNarco-Culturaâ. La urgencia es ya dramĂĄtica, los costos en vidas simplemente son equiparables a los de las guerras mĂĄs cruentas y los estragos ya avanzan, aceleradamente, hacia lo irremediable en no pocos casos. No hay manera probada de saber cuĂĄles son las cantidades anuales que maneja el âCrimen Organizadoâ en millones de dĂłlares y, a pesar de algunas cifras aproximadas, no es sencillo calcular cuĂĄnto de ese dinero se infiltra en âmedios de comunicaciĂłnâ para una guerra multifacĂ©tica que tiene campos de batalla, endĂłgenos y exĂłgenos, con muy diverso tamaño y contingentes.
A pesar de no contar con herramientas de mediciĂłn precisas, a pesar de todas las asimetrĂas y los peligros, se trata de una batalla que no puede quedarse en el olvido ni en la impotencia. Es preciso ensayar caracterizaciones diversas y desarrollar tareas de base que, aun incipientes, incentiven el desarrollo de la conciencia polĂtica y nos motiven a intervenir, como podamos y con lo que tengamos, tras la meta de generar una movilizaciĂłn poderosa que no se encierre entre fronteras nacionales. Eso es ya un paso medular. Son necesarias las indagaciones semiĂłticas para comprender y para combatir al arsenal simbĂłlico de las fuerzas de la âNarco-Culturaâ. Son necesarios los centros de investigaciĂłn cientĂfica que aborden problemas psicolĂłgicos individuales y de masas. Son necesarias las tareas de inteligencia popular de base donde se sabe, mejor que nadie, dĂłnde, cĂłmo y cuĂĄnto afecta la âNarco-Culturaâ a hombres y mujeres de todas las edades. Son necesarias las estrategias comunicacionales y las estrategias de divulgaciĂłn popular que organicen frentes de barrio para resistir no sĂłlo a los embates territoriales sino, tambiĂ©n, a los embates mediĂĄticos desde la televisiĂłn, la prensa, los libros, la radio, las pelĂculas e Internet. Obturarle a la âNarco-Culturaâ todo dominio sobre el concepto de prestigio, sex appeal, poder y seducciĂłn. Nada fĂĄcil y nada rĂĄpido.
Todas las âautoridadesâ⊠todas, han sido superadas y, proporcionalmente, derrotadas desde los niveles internacionales hasta los municipales y barriales. Ante ânuestras naricesâ circula la ideologĂa perversa del âCrimen Organizadoâ. Se pasea oronda y triunfalista, dueña de sĂ y dueña del mundo. Sale en la âteleâ vestida con las mejores galas de la impunidad y la impudicia. Sale altanera y atemorizante. Sale prepotente e invencible. Se mete a las casas, a los estados de ĂĄnimo y a los sueños. Se vuelve aspiraciĂłn y se vuelve alternativa Ășnica para muchos que no ven caminos, que no tienen otro camino que el del âCrimen Organizadoâ para salir del lodazal de miseria, explotaciĂłn y humillaciĂłn a que nos ha sometido el capitalismo. La âNarco-Culturaâ se mete en las vidas y erige sus reinos en ese lugar complejo, movedizo y peligroso, que es la ideologĂa de la clase dominante disfrazada de pensamiento genuino y de valores âpopularesâ propios. Como los que se maman desde la infancia. El reino de las conductas alienadas. La batalla serĂĄ larga.
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